La
ciudad de Mérida, en Los Andes venezolanos, es quizás la más bonita
y pintoresca de Venezuela, montada en una meseta y con los picos más
altos del país, tiene el teleférico más alto del mundo y una de las
universidades más importantes y antiguas; dicen que Mérida es una
universidad con una ciudad por dentro...Abajo puedes ver fotos de la
ciudad......
Vamos
a recorrer una de las carreteras más lindas que hay en el mundo: La
Trasandina, es una de las vías que atraviesa el Estado Mérida de
Venezuela ubicado en la región de Los Andes y arriba tienes un mapa
para que te ubiques..la capital del estado se llama Mérida
también...Saliendo de la ciudad por la Carreteras Trasandina en
dirección a Barinitas, Estado Barinas, vía el Páramo...hay muchos
pueblos encantadores....
te llevaré de la mano a conocer algunos......
Las casas de los pueblos...
Las lagunas que dejan los glaciares......
El Frailejón.....
Las flores al borde de la carretera....Desde mes de Julio y hasta
Noviembre más o menos está amarilliiiito el Páramo con
ellas!...estos son los meses de las lluvias y nevadas en las
montañas...
Al
salir de Mérida Ciudad, el
camino
sigue su descenso hasta pasar por Los Aleros, el parque a donde uno
se trasporta a los años 30 ...pincha aquí para que lo mires :
Parque Los Aleros
Es tan divertido ir allí y caminar por el pasado reciente de Los
Andes....
La carretera sigue al pueblo de Tabay, donde
termina el parque nacional Sierra Nevada...Qué pueblo tan hermoso,
serpentea a la orilla de la montaña!!.
San
Rafael de Mucuchíes: A 55 Km. de la ciudad de Mérida y a 3.140 metros
sobre
el nivel del mar, se encuentra este pueblo que constituye uno de los
tesoros de
la Sierra de Santo
Domingo.
Tiene 583
habitantes, que viven a una
temperatura de 9° C aproximadamente,
entre un hermoso paisaje repleto de páramos, cumbres
y lagunas. A
la entrada
del pueblo se observa
uno de los
templos de mayor tradición andina, la capilla de la
Virgen
de Coromoto, construida por Juan Félix
Sánchez
en piedra. El estilo colonial predomina
en las casas y casonas. Las torres
de la iglesia y los antiquísimos molinos de trigo
son testigos mudos de un tiempo pasado, que a veces parece haberse
detenido en
este lugar.
Cuenta con sembradíos de hortalizas, trigales e imponentes frailejones,
que guardan el secreto de la grandiosidad de este pueblo merideño.
En Mucuchies propiamente dicho ..hay u hotel que es ¡Un Castillo!
Este
es uno de mis lugares favoritos: el Pico del Águila!!!! Pasar por el
Pico El Águila es una experiencia realmente inolvidable. Es el
punto de carretera más
alto del país
con sus 4118 metros. A medida que se va llegando a esta altura, se
puede observar como la vegetación se va haciendo más escasa y lo
único que se consigue a partir de
cierto punto son los frailejones, esos arbustos característicos
del Páramo....
Hay Frailejones de todos los tamaños...más pequeños que estos y un
poco más
grandes!
Después de pasar el pico el Águila, se llega a Apartaderos donde
confluyen las vías que llevan a Mérida, Barinas y Valera........este
lugar es precioso......Cerca de Apartaderos sobre una pequeña colina
se encuentra el Monumento de la Loca Luz Caraballo, una estatua que
muestra a una mujer apuntando su mano hacia el cielo. Se hizo para
honrar a la Loca Luz Caraballo, una madre que según cuenta una
leyenda perdió la razón luego de que paulatinamente vio partir por
diferentes razones a sus cinco hijos. A este personaje lo
inmortalizo el venezolano Andrés Eloy Blanco en un poema del mismo
nombre
Siguiendo
por el mismo camino, ya de subida, se encuentra el Observatorio
Astronómico Nacional de Llano del
Hato...CIDA...
con sus cuatro telescopios astronómicos y su museo de
astronomía....lo hemos visitado de día y de noche...hemos visto la
luna y las estrellas hasta la madrugada! ...la razón principal por
la cual construyeron el observatorio en el páramo, es porque al ser
un lugar poco poblado, las luces de los poblados no contaminan el
cielo nocturno y pueden verse claramente los cuerpos celestes.
En
la vía que va de Apartaderos hacia Santo Domingo y Barinas, a pocos
minutos del primer lugar,
se encuentra la Laguna de Mucubají, Desde la laguna se
inicia la excursión a la Laguna Negra. Se puede ir caminando o
alquilando un caballo con un guía. En el primer caso la excursión
se tarda entre dos horas y media y tres horas (ida y vuelta) y
requiere de buenas condiciones físicas ya que la ida es fácil por
ser en bajada, pero el regreso puede ser arduo. Ten en cuenta que se está a 3500 metros
sobre el nivel del mar.
Más abajo de Mucubají, en la vía que conduce a Barinas, se encuentra
Santo Domingo, es el lugar por excelencia de las truchas, los
champiñones y la artesanía.
Cuenta con numerosos hoteles....como estos!!!!!!
Hotel Los Frailes.
la posada Paramo Real
Pasamos
por un valle donde está el pueblo de Chachopo, entre Timotes y
Pico el Águila Y así llegamos finalmente a Timotes ..es la
última población del Estado Mérida que conseguimos por la
Trasandina!
Voy a terminar con una hermosa leyenda sobre el origen de los cinco
picos que se ven desde la ventana de nuestro piso en Mérida!!!!
LAS CINCO ÁGUILAS BLANCAS
Cinco Águilas Blancas volaban un día por el azul del firmamento,
cinco águilas enormes, cuyos cuerpos resplandecientes producían
sombras errantes sobre los cerros y montañas. ¿Venían del Norte?
¿Venían del Sur? La tradición indígena solo dice que las cinco
águilas blancas vinieron del cielo estrellado en una época muy
remota. Eran aquellos los días de Caribay, el genio de los bosques
aromáticos, primera mujer entre los Indios Mirripuyes, habitantes
del Ande empinado. Era hija del ardiente Zuhé y la pálida Chía; y
remedaba el canto de los pájaros, corría ligera sobre el césped como
el agua cristalina y jugaba como el viento con las flores y los
árboles. Caribay vio volar por el cielo las enormes águilas blancas,
cuyas plumas brillaban con la luz del sol como láminas de plata; y
quiso adornar so coraza con tan raro y espléndido plumaje. Corría
sin descanso tras las sombras errantes que las aves dibujaban en el
suelo; salvó los profundos valles; subió a un monte y a otro monte;
llegó al fin, fatigada a la cumbre solitaria de las montañas
andinas. Las palmas lejanas e inmensas, se divisaban por un lado, y
por el otro, una escalada ciclópea, jaspeada de gris y esmeralda, la
escalada que forman los montes iba por la onda azul del Coquivacoa.
Las águilas blancas se levantaron perpendicularmente sobre aquella
altura hasta perderse en el espacio. No se dibujaron más sus sombras
sobre la tierra. Entonces Caribay paso de un risco a otro risco por
las escarpadas sierra, regando el suelo con sus lágrimas. Invocó a
Zuhé, astro Rey, y el viento se llevó sus voces. Las águilas se
habían perdido de vista, y el sol se hundía en el ocaso. Aterida de
frío, volvió sus ojos al Oriente, invocó a Chía, la pálida luna, y
al punto se de tuvo el viento para hacer silencio. Brillaron las
estrellas, y su vago resplandor en forma de semicírculo se dibujó en
el horizonte. Caribay rompió el augusto silencio de los páramos con
un grito de admiración. La luna había aparecido, y en torno a ella
volaban las cinco águilas refulgentes y fantásticas. Y en tanto que
las águilas descendía majestuosamente, el genio de los bosques
aromáticos, la india mitológica de Los ande, moduló dulcemente sobre
la altura su selvático cantar. Las misteriosas aves revoloteaban por
encima de las crestas desnudas de la cordillera, y se asentaron al
fin, cada una sobre un risco, clavando sus garras en la viva roca; y
se quedaron inmóviles, silentes, con las cabezas vueltas hacia el
Norte, extendidas las gigantescas alas en actitud de remontarse
nuevamente al firmamento azul. Caribay quería adornar su coraza con
aquel plumaje raro y espléndido, y corrió hacia ellas para
arrancarle las codiciadas plumas, pero un frío glaciar entumeció sus
manos, las águilas estaban petrificadas, convertidas en cinco masas
enormes de hielo. Caribay da un grito de espanto y huye despavorida.
Las águilas blancas eran un misterio pavoroso. La luna se oscurece
de pronto, golpea el huracán con siniestro ruido los desnudos
peñascos, y las águilas blancas despiertan. Erizanse furiosas y, a
medida que se sacuden sus monstruosas alas, el suelo se cubre de
copos de nieve y la montaña toda se engalana con su plumaje blanco.
Este es el origen fabuloso de las Sierras Nevadas
de Mérida. Las cinco águilas blancas de la tradición indígena son
los cinco elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y
tempestuosas nevadas son el furioso despertar de las águilas, y el
silbido del viento en esos días de páramo es el remedo del canto
triste y monótono de Caribay, el mito hermoso de los Andes de
Venezuela.